Sujo, hijo de un sicario, película dirigida por las mexicanas Astrid Rondero y Fernanda Valadez, sus ricos matices sombríos le han otorgado el reconocimiento en festivales de diferentes partes del mundo pues retrata de una manera específica la violencia delictiva que afecta a las nuevas generaciones sobre todo en ciertas zonas del país.
En artículos anteriores se habló de como el crimen organizado ha incrementado significativamente y que los más afectados son los jóvenes que se les convence para formar parte de este mundo, persuadiéndolos con una imagen glamurosa y una apología de la cultura del narcotráfico. Así algunos ven este tipo de contenido como su máxima inspiración.

Pero también están los jóvenes que sin buscarlo crecen en un ambiente hostil, lleno de violencia, sangre, amenazas. Cargar con el linaje que trae consigo un numero incontable de asesinatos y negocios ilícitos no es nada sencillo, pero desafortunadamente es algo que se normaliza y con lo que se aprende a vivir.
Por otra parte, la falta de oportunidades para realizarse, esta a la orden del día. Todavía hay escases de empleos, pobreza extrema y una educación inexistente, por lo que es prácticamente de ensueño que los jóvenes puedan convertirse en adultos profesionales y funcionales para la sociedad.

Sujo, hijo de un sicario, representa todas estas problemáticas en el país. Además, también hace hincapié en la mala relación de los padres y los hijos a causa del crimen organizado. En este caso el protagonista tiene una relación algo ambigua con su padre debido al núcleo pesado y violento.
Algunos expertos en la materia señalan que debido al miedo se ha forjado un imaginario colectivo que favorece y hasta fomenta a los jóvenes a delinquir deliberadamente. Se han hecho diversos esfuerzos para orientar a los jóvenes a salir de un mundo que a la larga les trazaría un final trágico.

La sociedad por su parte, más que temerosa parece apática ante la situación, pues cuando el mal se ve de lejos no pasa nada, porque creemos que no afecta de manera directa, lo cierto es que este tipo de vida llena de lujos sustraídos de un ambiente sangriento suelen ser los modelos mas imitados y anhelados por las nuevas generaciones.
La industria musical parece rendir homenaje a este tipo de actos, ya que la mayoría de ellas cuentan siempre historias y aventuras del mundo del narcotráfico. No obstante, este tipo de contenido es lo que más vende y es completamente respetable y responsabilidad de quien lo consume, lo cierto es que es solo otro reflejo de la violencia en la que el país esta inmerso.

Sujo hijo de un sicario, una violencia que transmuta de generación en generación.
De acuerdo con la revista UNAM Global, Sujo: hijo de un sicario, relata la historia de un niño que queda huérfano cuando su padre es asesinado, ya que este ultimo era el sicario de un cartel. Aunque el pequeño es criado por su tía relativamente lejos del mundo en el que su padre andaba, las secuelas de dicha violencia marcan su infancia.
La pobreza en la que esta inmerso lo orillan a sumergirse en las mismas aguas en las que su padre surfeaba. No obstante, Sujo: hijo de un sicario, cansado de este mundo hostil, decide romper con este patrón y se va a la ciudad de México en busca de volverse un sujeto de bien, profesional y educado.