Estudio Ghibli: Recomendación de sus mejores películas

Rodrigo Lara
Rodrigo Lara
Fundador y Director de Screen Fandome / Amante de las historias de crímenes y más si están basadas en una historia real

El Estudio Ghibli es sinónimo de calidad, por lo que te traemos algunas de las que consideramos sus mejores obras

Estudio Ghibli nos ha regalado algunas de las mejores aventuras anime de todos los tiempos gracias a títulos como “El viaje de Chihiro” (ganadora del Oscar), “El cuento de la princesa Kaguya“, “La princesa Mononoke“, “Mi vecino Totoro“, entre otros. Lo cierto es que es difícil quedarse solo con unas pocas, ya que su catalogo es amplio y lleno de calidad.

Hayao Miyazaki tiene en su repertorio películas como “El viento se levanta” y “Porco Rosso“, donde se demuestra que el autor no disimula su gusto por los aviones e Italia, tal vez esta sea la razón por la cual el Estudio Ghibli tiene ese nombre.

Estudio Ghibli.
“Ghibli” es el término italiano para describir el viento del desierto sahariano, ese que en español llamamos Siroco, y que también dio nombre al avión Caproni Ca.309. El estudio se fundó en 1985 con su amigo y mentor Isao Takahata.Fuente: (Studio Ghibli).

Las mejores películas del Estudio Ghibli

Dentro de las mejores películas dejaremos fuera a las siguientes: “Recuerdos del ayer“, “El castillo en el cielo“, “Mis vecinos los Yamada“, “El recuerdo de Marnie“, “La colina de las amapolas“, “Arrietty y el mundo de los diminutos“, “Puedo escuchar el mar“, “Cuentos de Terramar“, “Haru en el reino de los gatos“, “El cuento de la Princesa Kaguya“, “Nausicaä del Valle del Viento” y “Porco Rosso“.

Las dejamos fuera no por ser malas películas, pero en algunos casos queríamos dar un reconocimiento a cintas que formaron parte de nuestra infancia, por lo que te invitamos a compartir tu lista personal a través de nuestras redes sociales.

Porco Rosso.
“Porco Rosso” es la quinta producción de Miyazaki con el Estudio Ghibli, del cual es cofundador, y el séptimo largometraje realizado por el estudio. Fuente: (Studio Ghibli).

‘El viaje de Chihiro’ (Hayao Miyazaki, 2001)

La película más aclamada del Estudio Ghibli y la única que alcanzó un Oscar a Mejor Largometraje de Animación. Algo, ciertamente, incomprensible visto su catálogo. Miyazaki se inspiró en “Alicia en el país de las maravillas” para realizar la que, muy probablemente, sea su obra maestra. Sin embargo, el japonés se lleva a los personajes a su terreno, creando un balneario repleto de criaturas únicas, cada una más asombrosa que la anterior. La única queja de esta obra es que te hace desear conocer más mitos y leyendas japonesas para captar todas las referencias.

Ghibli.
“El viaje de Chihiro”, es un cuento sobre la codicia humana, la valentía que implica crecer y la valía de la libertad en un mundo opresor. Por el camino nos deja espíritus, dragones y personajes para soñar durante años. Fuente: (Studio Ghibli).

“La tumba de las luciérnagas” (Isao Takahata, 1988)

Isao Takahata creo una película famosa por ser desoladora, pero no deberíamos olvidar todo lo que en ella hay además de dramatismo. “La tumba de las luciérnagas” cuenta la desventura de dos huérfanos hambrientos en el Japón de la posguerra, y lo hace para mostrar la más arrebatadora belleza brillando, incluso en el momento más oscuro que uno puede imaginar. Takahata nunca fuerza el melodrama, ni la lágrima fácil que otros estarían tentados de perseguir.

De forma sutil y paciente, aguarda el momento justo para construir su drama, un relato sobre la desolación que hay que ver sin miedo porque habla de oscuridad desde la más brillante muestra de amor.

La tumba de las luciérnagas.
“La tumba de las luciérnagas”. Fuente: (Studio Ghibli).

“La princesa Mononoke” (Hayao Miyazaki, 1997)

La película más larga de Miyazaki es también su historia más densa y poblada. Cuenta la historia de un joven, al que maldice un demonio, que viajará a una zona en guerra entre humanos y naturaleza para salvar su vida. Más que nunca, Miyazaki afronta su vertiente más ecologista, reviviendo a los dioses del bosque de los mitos japoneses y mezclándolos con una de sus heroínas más carismáticas, la niña lobo que da nombre a la película. Pero no menos fascinante es la aldea de fabricantes del hierro, gobernada por un matriarcado de exprostitutas y con tecnología fabricada por leprosos.

Todo es rico, imaginativo y sorprendente en el cuento de mayor contenido bélico y violento de Miyazaki. Pero algo que brilla sobre todo es la capacidad del japonés para reflejar la oscuridad del mundo manteniendo siempre la pasión por la vida.

Estudio Ghibli.
Una de las mejores frases de la cinta es “La vida es sufrimiento y dificultades, el mundo y el hombre están malditos, pero aun así insistimos en vivir”. Fuente: (Studio Ghibli).

“Mi vecino Totoro” (Hayao Miyazaki, 1988)

Si hay una película que simbolice al Estudio Ghibli es esta. Historia corta, sencilla, fluida y encantadora que cuenta la aventura de dos niñas acostumbrándose a su nuevo hogar mientras su madre está hospitalizada. De nuevo, nos encontramos con el paisaje rural como fuente de belleza y misterio, pero si hay algo que destaca de esta película es su diseño de dos personajes. Las niñas, que aún tienen la bendita capacidad infantil de creer en la magia, son capaces de ver e interactuar con Totoro, el rey del bosque.

Las interacciones con la mítica criatura son encantadoras y por supuesto no nos podemos olvidar del Gatobús, una criatura fascinante que nos recuerda al felino de “Alicia en el País de las maravillas“, adaptado como transporte público. Aunque podríamos nombrar varias en cintas “Mi vecino Totoro” es la mejor película infantil de Ghibli, en el mejor sentido de la palabra. Es fresca, sencilla y su dramatismo siempre guarda un toque divertido.

Ghibli.
“Mi vecino Totoro”. Fuente: (Studio Ghibli).

“Nicky, la aprendiz de bruja” (Hayao Miyazaki, 1989)

Adaptación del libro de Eiko Kadona, la historia nos lleva a un mundo donde cada pueblo tiene una bruja local. Una tradición que empieza a flojear debido a la falta de ellas. La protagonista, recién cumplidos los trece años, debe encontrar sola su población y hacer valer sus habilidades. El problema es que llega a una gran ciudad que se preocupa poco por magia. El talento de Nicky es volar por lo que pondrá un negocio de mensajería. Por el camino, Nicky descubrirá la pintura, el egoísmo infantil, la naturaleza y el asombro.

Ghibli.
“Nicky la aprendiz de bruja”. Fuente: (Studio Ghibli).

“El castillo ambulante” (Hayao Miyazaki, 2004)

Si alguien duda de que Miyazaki es el gran animador de nuestro tiempo, puede descubrir su error fijándose en cualquier de los personajes que protagonizan esta difusa historia sobre maldiciones y malditos. Una de ellas es Sophie, una joven condenada a tener la apariencia de un anciana pero, en cuya expresividad, mirada, carácter y movimientos, se refleja su identidad juvenil.

El otro es el propio castillo que da nombre a la cinta, todo un personaje convertido en un “castillo” metálico. Adaptación de la novela de Diana Wynne Jones, “El castillo ambulante” es la película más mágica de Miyazaki. Una historia de magos, reinos, brujas y hechizos que romper.

El Castillo Ambulante.
“El Castillo Ambulante”. Fuente: (Studio Ghibli).

“Se levanta el viento” (Hayao Miyazaki, 2013)

Si queda claro algo viendo la filmografía de Miyazaki es su gusto por volar, las máquinas voladoras, los aviones y los pilotos. Raro es cuando en una película suya faltan secuencias aéreas.

La película es un imaginativo biopic de Jiro Horikoshi, el mítico diseñador de los aviones japoneses que acabaron siendo célebres por los kamikazes de Pearl Harbor. Pero Miyazaki, centra su historia en el amor por el diseño, alejando a las máquinas voladoras de la sombra de la guerra y siguiendo a su protagonista en su ambición, su desmesurado trabajo y su trágica historia de amor.

Aunque podríamos hablar de la película más realista de Miyazaki, el animador no deja escapar la posibilidad de hacer volar nuestra imaginación creando unas maravillosas secuencias oníricas para el protagonista, un hombre humilde y honrado al que le cuesta bajar de las nubes, incluso para pasar más tiempo con su enferma amada.

“Ponyo” (Hayao Miyazaki, 2008)

Como “Mi vecino Totoro“, “Ponyo” nos vuelve a traer al Miyazaki más infantil. La historia de Sosuke y Ponyo es un recital de imaginación y aventura. Pocos cineastas en el mundo saben narrar con la sencillez, la capacidad de síntesis y limpieza del japonés. Aquí reinventa la sirenita, dejando poco más que dos niños jugando.

Apartando a un lado los líos cursis entre príncipes y princesas, Miyazaki se centra en el verdadero corazón de la historia, la convivencia entre los dos mundos que separan a los protagonistas. Mientras que superan la distancia que los separa, ver a Ponyo correr sobre las olas a toda velocidad bien merece resucitar al niño que deberíamos seguir llevando dentro.

Ponyo, Ghibli.
“Ponyo”. Fuente: (Studio Ghibli).

“La Guerra de los Mapaches” (Isao Takahata, 1994)

Si Miyazaki realizó con “La princesa Mononoke” su gran batalla “naturaleza vs humanidad”, esta es la versión de Takahata. Y lo cierto es que es, a la vez, mucho más realista y también increíblemente disparatada. Los mapaches japoneses, cuentan las leyendas, son capaces de transformarse para engañar a los que se adentran en los bosques.

Con esa premisa, Takahata nos narra la lucha de la secreta sociedad mapache por proteger su bosque de la construcción de una Tokio en constante crecimiento. Para ello, dominarán el arte de la transformación sin más límite que la creatividad de la animación del estudio. Los mapaches se convertirán en todo tipo de elementos, desde otros animales a fantasmas gigantes, sin olvidar a los seres humanos, para conseguir su objetivo.

Al contrario de Miyazaki, cuyas obras son muy similares entre sí, Takahata sorprende buscando nuevos tonos, géneros e imaginarios visuales en cada película que emprende.

Ghibli.
“La Guerra de los Mapaches” y sus mapaches transformistas quizás formen la película más imaginativa, por cantidad y variedad de ideas. Fuente: (Studio Ghibli).

“Susurros del corazón” (Yoshifumi Kondo, 1995)

Con guion de Miyazaki y basada en el manga de Aoi Hîragi, podemos enmarcar esta película en eso tan clásico del anime como es el romance adolescente. Pero lo que aquí se representa son palabras mayores del género.

Una joven lectora empieza a descubrir que hay un chico que ha sacado todos los libros que elige en la biblioteca antes que ella. Su alma gemela literaria pronto se convertirá en su amor y también en su espejo vital. Será él quien le de los ánimos para perseguir su destino, su camino artístico.

Las revelaciones del esfuerzo y la inventiva de la joven son tan maravillosos como los encuentros con su enamorado. Ambos se reúnen en un precioso taller, en lo alto de una colina donde se divisa toda la ciudad. Es allí donde aparecerá el gato que dará lugar a “Haru en el reino de los gatos” y se nos regalará otra pequeña historia de amor, la del abuelo, que contiene en su escaso minuto de duración los motivos principales del estudio.

Ghibli.
“Susurros del corazón” es una oda al amor puro y al destino, pero también a la imaginación, al trabajo y a la valentía que necesita un artista para perseguir su talento. El propio Miyazaki consideraba a Yoshifumi Kondo, director de animación de la mayoría de sus obras maestras, su sucesor natural, pero un aneurisma nos privó de su talento para siempre. Fuente: (Studio Ghibli).

Recomendados